martes, 30 de diciembre de 2014

Las dudas de Crick

¿Por qué el año comienza el 1 de enero?

Esta es una de esas preguntas que parece tonta a primera vista, pero que cuando uno se pone a escarbar, trae "cola" detrás.

En primer lugar, debes saber que nuestro calendario occidental se lo debemos a los romanos, aunque como pronto verás, ha habido unas cuantas modificaciones por el camino. Los primeros calendarios romanos, basados en los movimientos del sol, solo tenían diez meses: faltaban enero y febrero (de hecho, los meses septiembre, octubre, noviembre y diciembre conservan sus raíces numerales latinas). El problema era que cuando se echaban cuentas, con los diez meses no se cubrían los 365,25 días del año astronómico, por lo que el comienzo de año (de calendario) caía cada vez en un comienzo de año (astronómico) distinto. Se intentó arreglar el lío introduciendo un par de meses extra cada cierto tiempo, pero como la decisión de cuándo hacerlo recaía sobre los senadores, estos colocaban los meses extra según su conveniencia siguiendo motivos políticos. En resumen: que el año seguía comenzando en nuestro 1 de marzo de calendario, y este caía en el momento del año astronómico que al senado romano le viniese en gana.

Numa Pompilio fue quien colocó los dos meses adicionales en un sitio fijo del año, llamándolos Ianuarius, en honor del dios Jano, y Februarius (del latín februare, purificar). Con esto quedó establecido un año de 355 días, que no es la cantidad perfecta, pero casi. 

En el año 153 a.C se fijó el principio del año en el 1 de Ianuarius, coincidiendo con la fecha en la que se nombraba a los cónsules. Seguía siendo necesario añadir un mes extra cada cierto tiempo, hasta que Julio César encargó a su astrónomo Sosígenes la elaboración de un calendario de 365 días, que solo necesitaba añadir un día extra cada cuatro años.

De todas formas, durante la edad media el comienzo de año no siempre fue algo oficial y regular. En muchos sitios se consideraba que el año comenzaba con la Navidad (25 de diciembre), el día de la Encarnación (25 de marzo) o incluso con la Pascua (que tiene una fecha variable según el año). Un auténtico embrollo, vamos.

El inicio del año el 1 de enero se hizo obligatorio en muchos estados europeos a partir del siglo XVI. Se impuso en Alemania mediante un edicto hacia 1500; Carlos IX lo decretó en 1564 en Francia y entró en funcionamiento en 1567; en España se generalizó hacia el siglo XVII (en el XVIII en Cataluña), y en Inglaterra hubo que esperar hasta 1752.

De todas formas, la elección del 1 de enero no deja de ser una convención. Otras culturas celebran la fiesta en fechas diversas, y nada impide que decidamos que nuestro propio año empieza el 18 de abril si nos apetece. Eso sí, no esperemos que nos den días de fiesta en este caso...


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